jueves, 15 de noviembre de 2007

NUESTRAS REACCIONES AL DUKKHA

Por la Dra. Elizabeth Ashby
Bodhi Leaves No. B 26
Reimpreso de “Sangha”, Julio de 1959.

Copyright 1965, 1995 Buddhist Publication Society

BUDDHIST PUBLICATION SOCIETY
KANDY SRI LANKA
* * *

DharmaNet Edition 1995

Transcripción: Eileen Santer
Corrección de Lectura: Jane Yudelman
Formateo: John Bullita
Traducción al Español: Roberto Mendoza
Revisión del Español: Ignacio Beamonte

Se ofrece esta edición electrónica para su libre distribución por medio de Dharmanet de acuerdo a la casa editora

DharmaNet Internacional
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"Ahora monjes, esta es la Noble Verdad respecto al Sufrimiento. El Nacer es sufrimiento, el Envejecer es sufrimiento, la Enfermedad es sufrimiento, la Muerte es sufrimiento, así como lo son la Pena y el Duelo, el Dolor, la Lamentación y el Desespero. Estar enlazados a las cosas que nos desagradan y estar separado de las cosas que nos agradan –eso también es Sufrimiento. El no conseguir lo que uno quiere también es Sufrimiento. En una palabra, este Cuerpo, esta masa multiplicada por cinco que se basa en el apego, eso, es Sufrimiento. Samy. Nik. V.

Aquí, sombría e inflexible, está la Primera Noble Verdad. Entenderla “de acuerdo a la realidad” es el privilegio ganado mediante un gran esfuerzo del Vencedor de la Corriente, como resultado de la contemplación profunda. Pero aparenta ser posible el poder condicionar nuestras mentes intelectualmente de tal manera que, cuando el momento llegue, la Verdad se revelará por sí misma. Entre más conozcamos del Sufrimiento, con mayor claridad veremos el estado de “ser” insatisfactorio en el que nos encontramos y la forma sencilla y directa de aproximación que nos capacitará para encarar al Sufrimiento en sus innumerables manifestaciones.

No existe en español una sola palabra que transmita todos los sentidos del Pali “dukkha”. “Sufrimiento” cumple con su misión bastante bien, de la misma manera que lo hacen los términos “dolor” y “angustia” (“insatisfacción” y “frustración” también. N. del T.). De acuerdo a Evoca, queda por ahí un sentimiento general más profundo, un como “estado de agitación, de inquietud o conmoción en vez de dolor... es el antítesis de la calma inquebrantable.”

Hay tres ángulos diferentes a partir de los cuales se puede considerar la manera en que “dukkha” influye sobre los sentidos.

1. “Dukkha generalizada”. El dolor masivo producto de la guerra, hambrunas y epidemias, que agobia simultáneamente a grandes grupos de la humanidad, así como la dukkha disfrazada, menos perceptible pero común a todos, dependiente de nuestro estado subyacente de inquietud e insatisfacción -los roces y frustraciones de la vida cotidiana y de los estados y emociones que interfieren con nuestra vida interior, la cual, por falta de una mejor palabra llamamos “espiritual”. Como lo dijo San Pablo: “Sabemos que toda la creación ha gemido y penado en dolor hasta ahora.”
2. “Dukkha adventicia o circunstancial”. Este término se refiere a aquella que surge en nuestro campo de percepción, pero que no nos involucra en lo personal: accidentes en la vía pública, el vecino enfermo, como ave atrapada en un zarzal.
3. “Dukkha privada y personal”. Este es el sufrimiento que afecta a cada uno y a todos nosotros de acuerdo a nuestro karma, por lo que para nuestros pobres y pequeños egos es la de mayor importancia. Hablaremos de este tema posteriormente, pero primero consideremos algunas de las reacciones evocadas por la dukkha en general.
1.”Ponerse Anteojeras”. Muchos encuentran desagradable la idea de sufrir y tratan de cancelarla o suprimirla lo más posible. “Soy tan sensible que no “tolero” ni siquiera oír hablar al respecto”; o de manera dura y tajante “Yo no tengo vela en ese entierro”. Aquellos que “nacieron con suerte” o bajo circunstancias afortunadas tienden a ponerse las anteojeras. A éstos, cuando tienen su primer contacto con el Budismo, les repele la idea que la vida es fundamentalmente insatisfactoria; ellos piensan en sus placeres pasados, presentes y futuros, e ignoran las pequeñas frustraciones cotidianas. Una extensión de las anteojeras es la de los “anteojos de color rosa”; quienes los usan piensan “que todo es para lo mejor en el mejor de los mundos posibles”. El “Cándido” de Voltaire es una sátira amarga basada en este tema.

2.”Aceptar Ciegamente”. Característico de animales y algunas razas primitivas que aceptan las miserias de una situación incómoda, o los peligros de la existencia, porque tales cosas son parte integrante de su vida ordinaria.

3. “Rezar”. La reacción de los “fieles” es buscar ayuda sobrenatural. Esto, realizado superficialmente, como pudiera ser en un día destinado para una oración a nivel nacional debido a alguna calamidad, o con una oración hecha por un individuo en apuros. Desde el punto de vista Budista esta reacción es de nula utilidad en el caso de la inexistencia de Dios, y una grave impertinencia en el caso de que exista. Psicológicamente, el individuo podrá reconfortarse al haber transferido su responsabilidad a un poder supremo.

4. “Lamentarse”. Suele suceder cuando se ha perdido un tesoro valioso, o en el caso de dolor por la muerte de alguien muy querido (“¿Dónde estas, pequeño hijo único? ¿Dónde estas, pequeño hijo único?” Majjh. Nik.87). Una manera frecuente de lamentación en Occidente es “¿Porqué habría de sucederme esto a MI? ¿Y cuando no debería haber sucedido? ¿Es que acaso nunca hemos escuchado sobre el Karma?

5.”Refunfuñar”. Un procedimiento inútil; es más esto puede crear nueva dukkha. El refunfuñón reconocido es mal visto y, por consecuencia, evitado por sus conocidos, quienes lo dejan “a cocer en su propio caldo”.

6.”Preocuparse y Agitarse”. Este, uno de los cinco impedimentos, es el Destructor de la Calma. La labor se ejecuta de forma inadecuada y el desafortunado sufridor con el tiempo se desgastará hasta convertirse en una sombra. “Nos preocupamos porque así lo queremos”. Esta es una frase dura pero digna de reflexionarse sabiamente.

7.”Buscar una Cura Instantánea”. “Tengo jaqueca. ¿Dónde está la aspirina?”.

8.”Con Alcohol y Drogas”. “Ahogó sus penas en alcohol y se llevó una tremenda resaca”. “Fuma como chacuaco y no ha mejorado en nada a su tos”.
El Sistema Estatal de Asistencia Social ha tenido tristes repercusiones en lo que respecta a la adicción a “tranquilizantes” y “píldoras mágicas” y en el contrabando de cocaína y heroína. El drogarse puede asumir una forma mental o intelectual como es el uso incesante de la radio y la televisión. La lectura constante de revistas amarillistas, ciencia ficción o novelas policíacas, es otro ejemplo. Este tipo de actividad, principalmente cuando se lee en la madrugada, es más probable que aumente, en vez de disminuir, el stress.

9.”Con Odio y Mala Leche”. Otro Impedimento que se presenta cuando se ha sufrido un daño real o supuesto por parte de otra persona. Un ejemplo común es la “guerra de palabras” que se suscita cuando dos vehículos chocan. La parte lastimada comienza a vociferar, y el otro tonto inmediatamente contraataca, y así, probablemente producto de su estado de shock, incrementan ambos su dukkha. A menor escala es la mala leche engendrada cuando uno se topa con un empleado grosero o cuando te empujan al hacer fila. La tendencia es regresar los empujones o ser sarcástico, y estas pequeñas mortificaciones prevalecen en la memoria durante mucho tiempo después.

10.”Con Venganza” es una extensión mortal del reaccionar con Odio. “Ojo por ojo, diente por diente”. (Terminamos ciegos y chimuelos todos. N.delT.). Los peores resultados son los asesinatos individuales, las interminables disputas familiares con sus “vendettas”. Para un consejo del Buda al respecto vea “La Parábola de la Sierra” Majjh. Nik. 21.

11. “Con Envidia”. “Me reprobaron en mis exámenes finales, pero ese desgraciado de fulano ¡Se está llevando una mención honorífica!”. Y así continúa en todos los ámbitos de la vida. Hay una forma de envidia a la que debemos de eludir y tener especial cuidado los seguidores del Dharma. Esta se presenta cuando nuestra propia práctica no va bien, y escuchamos de alguien quien ha hecho “avances” en la suya. Si no tenemos cuidado, nos mortificamos, nos desalentamos, con resultados desastrosos. ¿Acaso alguien susurra “Mudita– regocijo empático, alegría compartida?” Esta debería ser la reacción.

12. “Con Histeria”. Este tipo de reacción es muy interesante. Torrentes de lágrimas, arranques de groserías y el romper platos son mal vistos por la sociedad, pero en realidad tienen un efecto catártico: una vasta acumulación de emoción es liberada en muy corto tiempo y cuando los sufridores vuelven a sus sentidos, se sienten mucho mejor por haberla soltado. (Habrá que preguntar a los demás como se sienten. N.del T.)

13. “Disfrutando el Sufrimiento”. La peor manifestación es el sadismo, el cual, afortunadamente, es raro. Existe, sin embargo, un deleite en los espectáculos que muestran el sufrimiento de otros, como los combates de gladiadores en la antigua Roma, las corridas de toros, y aquellos deportes que involucran serios accidentes. Estas situaciones otorgan emociones a los espectadores, quienes satisfacen su hambre de sensacionalismo.
El Drama Trágico de la Grecia antigua fue diseñado con un propósito meta diferente: el de despertar Piedad y Terror en el público. El efecto tenía la intención de ser catártico: al presenciar dukkha en una escala olímpica, los espectadores cobraban un sentido de proporción y eran purgados de sus propias emociones. El efecto puede ser bastante atemorizante; en una ocasión, una traducción de “Las Mujeres Troyanas” de Eurípides, presentada en un teatro inglés, conmovió hasta las lágrimas al público. La reacción fue una mezcla extraña de dolor y exaltación. En una forma más sutil se puede disfrutar de la dukkha personal, con la sensación de ser un mártir. Y esto es posible porque si uno es capaz de grandes sufrimientos, entonces se eleva por sobre el resto de la manada de insensibles. Esto es como una vanidad en grado superlativo.

14.”Capitalizando el Infortunio”, como en el caso de los enanos, “la maravilla sin brazos” y los gemelos Siameses, quienes se ganan la vida exponiendo sus deformidades a la vista del público. Un ejemplo degradante de lucro con el infortunio de los demás es el caso del mendigo español que exhibe las piernas deformes de su propio hijito. Un ejemplo menor de esto es el deseo de sacarle ventaja a una aflicción propia como cuando un ciego o minusválido se avientan contra un flujo de tráfico porque saben que todos cederán a su paso. ¿Y acaso, algunos de nosotros no hemos hecho el intento de prologar un período de convalecencia?

15. “Tirando la Toalla (Moha)”. Algunas veces pareciera que el ego ya no puede mas contra la vida; como que avienta la toalla, y el sufridor se trastorna mentalmente. Cualquier forma de desorden mental puede ocurrir; y el paciente tiene la dudosa bendición de ser liberado de sus responsabilidades. Otro tipo de esta reacción ocurre en la gente que, cansada de las asperezas y monotonía de la vida, rehúsa levantarse de la cama después de una enfermedad. Y allí se quedan, año tras año, contentos de pasar el resto de sus vidas como parásito sociales.

16. “Somatizando”. El Dukkha, que siempre asociamos con alguna emoción, se manifiesta físicamente de numerosas maneras. Las malas noticias repentinas se presentan como un golpe en el estomago, y en tiempos de estrés hay un sentimiento general de peso en el abdomen; la preocupación continua llega a producir problemas gástricos. El susto puede encanecer el cabello en cuestión de algunas horas, y el miedo, ahora, como en el tiempo del Buda, puede “erizarnos los pelos”. (Dig.Nik. 1.2). La sudoración es otro fenómeno asociado con el miedo y el nerviosismo, como también lo son las palpitaciones. “Se me detuvo el corazón” es una expresión que indica un estado de alarma. Cuando surge la rabia como resultado de un suceso desagradable, son muy comunes los cambios circulatorios: el enrojecimiento y hasta el amoratamiento de la cara; y hasta hay una “rabia blanca” que es aún mas devastadora.

17. “El Suicidio”: el último recurso del angustiado. A los ojos de las iglesias de occidente, éste es un “pecado mortal”; la ley lo percibe como un delito, y el público cree que se debe a cobardía o demencia. Los Estoicos tenían otra opinión: “Recuerda que la puerta se mantiene abierta. No tengas más miedo que los niños; y al igual que ellos, cuando estés cansado del juego, grita “Ya no quiero jugar”. Aun así, cuando este sea tu caso, grita “ya no juego”, y parte. Pero si te quedas, no te quejes” (Epictetus]. Para el budista, el suicidio es un grave error porque este es un acto que produce karma, y debido a su violencia, producirá alguna forma violenta de karma en una vida futura. La única excepción es el Arhat, alguien perfecto cuyo karma ha dejado de operar; el podrá terminar con su vida cuando y como quiera.

Esta es una lista formidable aunque incompleta; la reacción más obvia ha sido omitida. ¿Podrán los lectores mismos proporcionarla? Al escarbar en este lamentable catalogo, el escritor quedó horrorizado al descubrir cuantas de nuestras reacciones al dukkha proceden de las Tres Raíces del Mal: Avaricia, Odio y Autoengaño.

Sin embargo quedan varias reacciones que en su mayoría son saludables.

1. “Paciencia”. “El Señor da y el Señor quita. Bendito sea el Señor”. Esa es la resistente paciencia del “fiel”, y peligrosamente es una aceptación casi ciega. En el Budismo la paciencia es una virtud positiva que elimina algunas lacras o “Asavas”. Las incomodidades físicas, dolores y lesiones menores, y las “conversaciones irritantes”, son cosas que deben tomarse con calma, sin quejas ni mala voluntad, y hasta sin el deseo de estar en una mejor situación (Majjh. Nik.2.)

2. “La Heroica”. ¡“Maldice a Dios y muere”! Este es el desafío del Destino en la persona de la Omnipotencia,
“Bajo los golpes sangrientos del Destino
Mí cabeza sangra, pero no se doblega”.
Orgullo, “puro orgullo” pero sin codicia. Un heroísmo muy diferente es aquel con el cual el ciego y el minusválido luchan recuperar una existencia útil y el de la valentía no reconocida de las mujeres que lidian con “res angusta domi’’(“las angustias cotidianas de la casa”, la mezquindad, pequeñez y la amargura que implica la vida doméstica). Se puede decir que la reacción heroica es necesaria para todos nosotros; solo aquellos discípulos que poseen el Ariyan o espíritu heroico, podrán permanecer firmes.

3. “La filosófica”. “¡Peores cosas se suscitan en alta mar”! “Todo será igual dentro de cien años”. A un nivel mas elevado Lady Mary Wortley Montague le escribió al Papa: “Estemos contentas -lo que es la única filosofía-, de nuestra oportunidad de nacer en este vil planeta, dónde podremos no obstante -gracias a Dios- encontrar mucho de que reírnos, aunque poco que aprobar”. Para “casualidad” leamos el karma, pero mantengamos la risa (es este uno de los puntos mas “vendibles” del Zen). El humor, por estar al tanto de las incongruencias de la existencia, es en realidad un sentido de la proporción. Debería ser posible verse a uno mismo, en el esquema general de las cosas, como de menor importancia que una solitaria arrastrándose a lo largo de Piccadilly, en contraste con el resto de Londres.

4.”La Creativa”. Los poetas, en compañía de artistas y músicos, encuentran a menudo que su mejor trabajo se lleva acabo cuando están sufriendo de estrés. El Dukkha se puede entonces mantener bajo control, y servir en realidad un propósito útil. Esta reacción ocurre en personas menos exaltadas, quienes en vez de lamentarse, tienen la voluntad de levantarse y hacer algo al respecto. Este es el comienzo, en una forma muy modesta, de la virtud de la Energía.

5. “La Compasión”. A esta época se la refiere como la de la avaricia y el egoísmo. Pero cuando surge la dukkha adventicia o circunstancial, la de tipo espontáneo, hay una respuesta inmediata. Un severo percance férreo o un choque vehicular, inspiran la decencia fundamental del ser humano; se ofrece auxilio sin considerar recompensa ni gracia alguna. A los enfermos y a los ciegos les sorprende la cantidad de personas que les ofrecen su mano. Pero por el contrario, las señales menores del sufrimiento pasan desapercibidas. ¿Quien le tiene compasión a los gruñones, a los pesados, y a los pobres tontos a quienes consideramos inferiores a nosotros? Estas personas, a las que tenemos aversión, tienen la misma necesidad de compasión. No estamos obligados a buscarles con el propósito de hacerles el bien, pero, cuando estos cruzan nuestro camino, podemos cuando menos tratarles con cortesía. Finalmente, existen ocasiones en que deberíamos tener compasión de nosotros mismos, en especial con nuestro propio cuerpo “rupa-kkhandha”, “el hermano asno,” el que tiene que cargar con el peso de todas las demás “khandas”.

6. “Dukkha Personal”. “Dónde nuestro corazón conoce su propia amargura,” es nuestra herencia ineludible. Desde la más temprana edad nos hemos ocupado con la “realización del YO y lo MIO” hasta habernos convencido que “YO” soy el eje alrededor del cual gira el universo entero, es decir, que el “samsara” mismo gravita: nuestro sentido de proporción se pierde por completo. ¿Les importa a los Marcianos -si es que existen- que a Menganita la haya bateado su Fulanote?, ¡“Pero a MI, si!” es la respuesta inmediata de Menganita. Y para ser prácticos, a las personas cercanas a ella si les interesa la manera en que la infortunada reaccionará. Ella podría, por ejemplo: a) aventarse al agua, b) ingresar a un convento, c) continuar con su trabajo y dejar de lamentarse, o, d) empezar a escribir poesías.

Hay varios aspectos de sufrimiento personal que nos pega a todos tarde que temprano. Los más destacados de éstos son:

1. “El dolor y la enfermedad”. “Ni a la muerte ni al dolor hay que tenerle miedo, sino al miedo a la muerte y al dolor” (Epictetus). El dolor en sí es un problema extraordinario. Sabemos que en muchos casos es una señal de peligro que indica que alguna parte del cuerpo no está funcionando, y pensamos que el dolor se percibe en el momento en que aparece una lesión o enfermedad. Este no es el caso, ya que el dolor es asunto de la conciencia, y este se percibe por la “mente” donde se produce una reacción emocional. Esto está tan arraigado que no reconocemos su naturaleza emocional, y consecuentemente no la etiquetamos. Personalmente pienso que es una mezcla de auto-compasión, resentimiento y miedo, todos estos que surgen de la “dosa”, “La Malévola Raíz del Odio”. Ciertamente sabemos por la experiencia que un dolor desgarrador produce un estado mental de miseria pura y ciega. Un argumento contundente de que el dolor es emocional se puede observar en los resultados de una inyección de morfina. El paciente que ha recibido tal inyección observa frecuentemente un fenómeno curioso: el dolor “sigue allí”, ¡pero le importa un reverendo cacahuate! La morfina ha actuado sobre el centro emocional en el cerebro y lo ha cubierto a tal grado, que la auto-compasión, el resentimiento y el miedo, han desaparecido.

Este elemento emocional explica la manera tan variada en la que las personas reaccionan al dolor. Una lesión aparentemente insignificante puede predisponer a alguien a la respuesta de tipo emocional, mientras que aquellos cuyo temperamento es flemático o filosófico apenas si dejan escapar un aullido o una imprecación. La intensidad del dolor experimentado depende claramente de la conciencia de cada individuo. La conciencia perfeccionada del Arahant está mas allá de ambos, el dolor y el placer; la vida emocional es controlada de tal manera que la persona está conciente de ambos sentimientos, pero no le “importan” ninguno de los dos. Esto sugiere que un enfoque objetivo a nuestros propios dolores disminuirá nuestro sufrimiento. El análisis del proceso entero, de “pe a pa”, ayuda a retirar de la mente el sentimiento verdadero, y por lo tanto disminuye las reacciones emocionales. La extraña noción de que el soldado “muerda la bala” no es una mera ocurrencia, ya que si se concentra en la bala no se puede concentrar simultáneamente en el dolor. Lo que probablemente sucede es que la mente oscila con increible velocidad entre las dos ideas; el dolor aún está allí pero puede ser reducido a dimensiones tolerables.

Se aplica la misma actitud objetiva a la enfermedad. Así como el dolor, la enfermedad también entorpece en funcionamiento mental. La práctica del Dharma es obstruida y el enfermo se desalienta y avergüenza.
“Por lo tanto, padre de la casa, es así como debes de entrenarte; aunque mi cuerpo esté enfermo, mí mente no estará enferma”. De esta manera, padre de la casa, deberás de entrenarte”. (Algunos dichos del Buda: Pág. 132.)

Por lo tanto, las reacciones correctas al dolor y a la enfermedad, son la Resistencia y el Valor heroico.

2. “Apegos”. Aunque el apego a las cosas puede constituir una amenaza, el apego a las personas produce un mayor martirio que todo el resto de nuestro infortunio en su conjunto. Hay una Sutra muy importante sobre ‘El Nacimiento de los Afectos” (Majjh. Nik., Vol. II no. 87) que enfatiza el dukkha producto de las relaciones personales. Crecemos en la creencia que en el amor humano yace nuestra mayor felicidad. Y asó lo es para la gente común. Entonces, ¿porque todo este alboroto sobre duelo, penas, sufrimiento, lamentaciones y desespero? La respuesta nos confronta con uno de los hechos básicos de la existencia: “anicca” o la impermanencia. El amor es una cosa condicionada -así como surge también cesa. Es difícil darse cuenta que el amor, aún en su forma mas idealizada, es en realidad una manifestación de “tanha” o el deseo. Nos aferramos a ese amor buscando seguridad, comprensión, satisfacción –de apaciguar nuestra “angustia primordial”. Y por un instante podemos llegar a experimentar todo esto y creer de manera engañosa que el enigma de la Esfinge ha sido resuelto. Pero esto no es así.

Dos cosas deben entenderse respecto a todos los apegos; la primera es la Muerte. La espada de Yama se lleva a las mascotas, los niños, los amigos y amantes, y nos quedamos, nos quedamos para envejecer. Esto, en términos humanos, es una tragedia, pero es un final “aseado”. La segunda, la Desilusión que aparece en cuanto el glamour del contacto inicial ha pasado, se ha desgastado. Nos percatamos de “cambios y diferencias” en el objeto de nuestro afecto, y aparece un deterioro en la relación. Y este puede ser tan grave que el apego puede romperse, fragmentarse, dejando en muchos casos pena y amargura acompañadas frecuentemente de un sentimiento de vergüenza. En casos extremos el amor se convierte en odio. Esto sucede cuando el que odia piensa que ha sido engañado; se odia a si mismo por haber sido un tonto, y es este odiarse a si mismo el que se proyecta sobre el otrora ser amado.

Alguna forma de “cambio y diferencia” “debe” ocurrir y ocurre pues en todos los casos, por el hecho mismo de que nosotros estamos cambiando constantemente. Las amistades duraderas y los amores de toda la vida sí ocurren porque las partes involucradas de alguna manera, conciente o inconscientemente, van adaptando su comportamiento a la circunstancias cambiantes, y al hacer esto, se modifican a si mismos en la dirección correcta.

El cínico se preguntara: ¿Entonces, porque amar, si de todas maneras el resultado final siempre es dukkha? Bueno, porque, mientras permanezcamos no iluminados, seremos propulsados hacia él por la fuerza impelente de nuestro karma; ésta es una experiencia necesaria. Nunca entenderemos lo que es “metta” realmente, a menos que, en ésta o en otra vida anterior, hayamos experimentado las altas y bajas del amor humano. Metta, que es el amor en un plano que transciende al yo, irradia al mundo entero, mientras que el amor humano solo puede glorificar dos bultos de khandhas durante un tiempo limitado. “Cuando fuere, donde fuere, y la que fuere, si se encontrase la felicidad, ésta pertenece a la felicidad.” (Majjh. Nik.Vol. II no 59.)
El Buda, aunque enfatizara el dukkha, nunca prohibió ni negó la felicidad. Su enseñanza observó la felicidad del mundo sensorial, y condujo hacia la felicidad que se puede derivar de la práctica del Dharma. Mas allá de esto, hay una felicidad “que es mas excelente y exquisita”, conocida solamente en los estados trascendentales.

3.”Envejecer”. Estrictamente hablando, el envejecimiento empieza en el mismo momento de la concepción. Un bebé en la agonía de la dentición experimenta ya el sufrimiento debido al envejecimiento, y así también los adolescentes durante la pubertad. Pero las penas de la edad avanzada son las más obvias. Los cambios corporales pesan más en aquellos que fueron apuestos, pero menos en los poco agraciados o feos. Hay una fastidiosa reducción de velocidad de las actividades físicas; sólo se puede uno desplazar “en segunda”. Existe el tedio por el abundante ocio ocupado por muy pocos intereses. Esto ocasiona en algunas personas una rebeldía salvaje -“¡Odio la vejez!” Claro que esta es una reacción inútil que solo intensifica el sufrimiento.

La vejez es un etapa de limitaciones, pero pudiera ser, y de hecho debería ser, un período de oportunidades. Las trasnochadas, conducir el auto, los viajes intercontinentales, y aún la jardinería, han desaparecido para siempre. Estos y otros placeres similares son cosas materiales; pertenecen a la existencia “samsárica”. Deben desaparecer, pero horita tenemos la oportunidad de dejarlos ir voluntariamente, concientemente, pero sin repelar. Este es el momento para romper con los viejos hábitos, para darse cuanta de que el vivir es tan solo otro hábito, y prepararnos para romper con eso también. Aún más, es una oportunidad para percatarse y para romper con el aferramiento, es un período para dejar de acumular, y empezar a deshacerse de posesiones superfluas.

4. “Muerte”. Es imposible mientras estemos con vida tener una reacción hacia la muerte misma; solamente podemos reaccionar hacia el pensar en ella. Al momento de describir todavía se trata de un evento que pudiera suceder dentro de veinte años, o ésta pudiera ocurrir dentro de los próximos veinte minutos. Nuestro pensamiento brinca hacia el otro lado de la muerte: ¿Qué sucede después de ella? Aquí nos topamos con ideas que varían de acuerdo a nuestra educación y nuestros estudios posteriores.

“Descanso después de la faena,
Puerto después de mares tormentosos,
Muerte después de la vida,
Satisfacen enormemente.”

Muy bonito; muy bonito en verdad, pero equivocado probablemente. Mientras “Yo” quiera ser “Yo” (y un buen tiempo después de esto), “Yo” se sumergirá de nuevo en el samsara, al estado esencialmente inquieto en el cual “Yo” vivo ahora. ¿Un renacimiento animal? ¿En uno de los purgatorios, o en un mundo deva? No lo sabemos. Ni tampoco sabemos cuanto tiempo será, de acuerdo al tiempo como lo conocemos antes de que ese renacimiento ocurra. ¿Podrá la conciencia, habiéndose provisto de un cuerpo mental, o “cuerpo de deseo” funcionar todavía en el intervalo entre la muerte y el renacimiento? El Libro Tibetano de los Muertos dice mucho respecto a el Bardo, o Estado Intermedio, pero el Canon Pali no hace ninguna mención al respecto; tales especulaciones fueron puestas a un lado como “puntos de vista retorcidos, desquiciantes, y especulativos, como los desenfrenos de puntos de vista especulativos”. El Buda no se metía con puntos de vista.

“Que el futuro sea.” Nuestra incumbencia es con el Aquí-Ahora. La muerte es sufrimiento porque pone fin a las oportunidades que ahora tenemos, como seres humanos, para el estudio y la práctica del Dharma. Nos es por tanto provechoso cultivar un sentido de urgencia en lo que concierne a la muerte. Paradójicamente, a la edad de los setenta años la muerte parece tan lejana o quizá aún más que a los diecisiete. Los ancianos tienen la costumbre de vivir ya tan arraigada que no pueden concebir la idea de hacer otra cosa. Les molesta ser perturbados: la muerte no solo les perturbará, sino que les arrancara de su legítimo ambiente. Ellos lo resienten: el “Yo” sin su vestimenta convencional hace que se sientan tan desnudos. El cielo Cristiano tiene muy poco atractivo para el Cristiano común porque equivale a lo Desconocido.

Muchos jóvenes responden al pensar en la muerte de una manera enteramente diferente: “Morir será una gran aventura.” Esta es la reacción Heroica de los jóvenes, y de los jóvenes de corazón.

Erasmo, el mayor erudito de la Reforma religiosa del siglo XVI, escribió un tratado sobre El Arte del Buen Morir, o Como Lograr una Muerte Buena. El sostenía que el arrepentimiento en el lecho de muerte y el Rito de la Santa Iglesia no servían de nada. Para lograr morir bien, un hombre tenía que vivir bien en el más amplio sentido de la palabra. Esto es una doctrina sensata. Para nosotros significa Moralidad, Concentración, y Sabiduría Intuitiva aunados al sentido de urgencia.

"Ahora esto monjes, es la Verdad Noble respecto a la cesación del sufrimiento. En verdad es este el Noble Sendero Octuple, esto es: La Visión Correcta… LA ATENCION CORRECTA, la Contemplación Correcta”. (Las Correctas: Visión, Pensamiento, Palabra, Acción, Sustento, Diligencia, Atención, Concentración. N.delT.)

Los estudiantes bien entrenados en la Atención Despierta, pueden sobrellevar la dukkha de una manera muy diferente del resto de nosotros cuyas mentes se encuentran todavía en la etapa del “Simio embriagado”. Nuestros “sufrimientos” revolotean a nuestro alrededor como mosquitos atosigantes; cuando el sufrimiento es severo, nuestra propia Conciencia es totalmente sobrepasada por la AUTO-COMPASION, que es una reacción tanto lodosa como enlodante. Nuestro sentido de la proporción se pierde, y hacemos que las cosas empeoren para nosotros mismos imaginándonos una serie de desenlaces desagradables que pudieran surgir en el futuro. Si, cuando nos encontremos en este trance de pena, nos detuviéramos y examináramos y tamizáramos nuestras reacciones a la situación, que generalmente son mixtas, nombrando por turnos a cada, sean estas saludables o no, estaremos practicando Concienciación o Atención, en cuanto a Estados Mentales concierne, una rama muy importante de la Atención Correcta. Esta es una práctica muy saludable porque la mente se aleja de la dukkha misma, y se concentra en algo verdaderamente útil.




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