lunes, 12 de noviembre de 2007

¿PORQUE MEDITAMOS ?

La mente es la fuente de toda percepción. La felicidad y el sufrimiento no dependen del mundo sino de cómo lo percibimos. Una mente positiva genera contentamiento y felicidad. Una mente negativa genera insatisfacción y sufrimiento. Sin embargo, buscamos afuera.

Como un espejo, el mundo refleja nuestra mente. De tanto fijar la atención en el reflejo olvidamos el rostro que se refleja y confundimos al reflejo con el rostro. Luego buscamos arreglar el mundo para mejorar el rostro. Nuestros esfuerzos entonces son vanos. Pero si recordamos e identificamos el verdadero rostro, lo lavamos, y su reflejo mejora.

La meditación conlleva el entrenamiento mental. Requiere de condiciones propicias para ser fructífera:

Primero.- Después de entender que la felicidad y el sufrimiento dependen esencialmente de la mente, generar una intensa aspiración para meditar y sentir gozo y entusiasmo hacia el proyecto.

Segundo.- Recibir la guía de un instructor, porque adentrarnos en terrenos desconocidos sin un guía puede extraviarnos.

Tercero.- El lugar apropiado, especialmente para los principiantes. Libre de distracciones y de elementos mundanos. Un espacio propicio y especial.

COMO MEDITAR.

Una vez en el espacio propicio, liberar al cuerpo de actividad, a la mente de pensamientos pasados y futuros, y a la palabra de conversaciones ordinarias. Debemos reposar nuestro cuerpo, palabra y mente en su estado cómodamente natural.

La postura es importante: nuestro cuerpo es un ordenador surcado por una red de canales sutiles (nadis) en los que circulan lo vientos de energía sutil (prana). La producción de pensamientos está ligada a la circulación de esos vientos. Se agita el cuerpo, se agitan los canales, se agita la turbulencia mental.

Los sonidos también dependen de los vientos. Mucho sonido perturba los vientos y estos a los pensamientos. Por eso el silencio beneficia a la meditación.

Así, la tranquilidad de palabra y cuerpo crean las condiciones de calma interior evitando pensamientos excesivos.

Se puede caer en 2 extremos:

- revisión y análisis de eventos pasados y cotidianos
- la consideración de los eventos futuros.

Ambos extremos conducen a error. La producción de pensamientos del pasado o el futuro es contradictorio con un estado de calma mental aunque el cuerpo y la palabra permanezcan inactivos. Si el ejercicio de la meditación no conduce a la paz interior, no es meditación.

Aquellos que no persiguen pensamientos del pasado ni el futuro, pueden a su vez caer en un estado de vaguedad y obscurecimiento, muy cercano al entumecimiento, y que induce una gran fatiga. La mente mora en una indeterminación obscura que puede parecer positiva porque la mente aparenta estar contenta y en reposo. Pero este estado carece de lucidez y fomenta un adormilamiento que se contrarresta con el surgimiento de un flujo incontrolado de pensamientos.

La verdadera meditación evita estos errores. La mente no está preocupada con el pasado ni se proyecta al futuro, sino que se asienta en el presente en un estado lúcido, claro y en calma. La imagen del mar como si fuera la mente nos ayuda. De noche solo se distingue el mar como una masa obscura. De día se distinguen hasta los mas mínimos detalles. Es más clara la percepción cuando el mar esta en calma. Al permitir que la mente se relaje, las olas del pensamiento se apaciguan. Esta calma mental es shiney –en Tibetano.

Shiney puede desarrollarse por varios métodos. Por ejemplo, un principiante puede visualizar una esferita de luz blanca a nivel de su frente y concentrarse en ella lo mejor que pueda. También puede concentrarse en la inhalación y la exhalación de la respiración. Puede además reposar la mente en un estado carente de distracción sin tomar ningún objeto de concentración. El empleo de éstos métodos ayuda en el aprendizaje de la meditación.

Adicionalmente es importante aproximarse a la meditación con una mente abierta y espaciosa, sin expectativas, hacia el resultado La mente debe estar relajada, libre y vasta. El meditador debe liberarse de los obstáculos que son el esperar una buena meditación, o de temer a una mala.

La actitud mental hacia la meditación debe ser abierta, vasta y sin expectativas. A veces tendremos experiencias positivas y a veces negativas. Ni se es buen meditador en el primero, ni malo en el segundo casos. No generar apego ni aversión, simplemente meditar.

En uno de los sutras del Buda, habla de 4 tipos de caballos: el caballo excelente, el bueno, el malo, y el peor. El excelente se mueve al notar la sombra del fuste o ante el sonido más mínimo del jinete. El bueno arranca al sentir el roce más ligero del fuste sobre su lomo. El malo no anda hasta sentir el dolor del latigazo. Y el peor, no galopa sino hasta que el dolor le llega a la médula.

Normalmente nos sentimos o queremos ser como el mejor caballo. Pero en cuanto a práctica se refiere, el mejor caballo es el peor descrito en el sutra. La práctica no se trata de ser el mejor ni el bueno ni el peor. Se trata de encontrar nuestra verdadera naturaleza y hablar y actuar desde ella. Cualquiera que sea nuestra cualidad, es nuestra única riqueza o belleza; y es a lo que la demás gente responde. Y no solo encontraremos nuestra verdadera naturaleza, sino que aprenderemos de los demás, porque en el centro de nuestro corazón todos nos sentimos como el peor caballo. Y todos sabemos también que la arrogancia no es sino un disfraz o camuflaje del verdadero sentimiento –el del peor caballo- para demostrar lo contrario.

El hallar nuestra verdadera naturaleza nos devuelve el orgullo que nos motiva a practicar, ese orgullo de ser lo que somos -el de ser lo mejor, lo regular, o lo peor de nosotros-, y que usamos para acicatearnos. Nuestra verdadera naturaleza no es ningún ideal al que debamos conformarnos. Es lo que somos aquí y ahora, y es con lo que hacemos migas, congeniamos, y celebramos.

La meditación es un largo viaje. A veces cruzamos por caminos malos o buenos. Si nos embelezamos con los buenos y por eso paramos continuamente, tardaremos en llegar o terminaremos quedándonos en algún paraje. Si las dificultades de los malos caminos nos detienen y desaniman, tampoco llegaremos a nuestro destino. Así son los viajes, con caminos malos y buenos, se requiere perseverancia para llegar al destino, y no hay ni que preocuparse por los malos ni apegarse a los buenos.

Los principiantes deben comenzar con sesiones cortas, de 10-15 minutos, e interrumpirlas aún si van bien. Y si se dispone de más tiempo, repetir más sesiones cortas. Es pues preferible una sucesión de sesiones cortas que una muy larga.