domingo, 13 de enero de 2008

LOS CUATRO RECORDATORIOS I

LOS CUATRO RECORDATORIOS
QUE TRANSFORMAN LA MENTE

INSTRUCCIONES PARA LA CONTEMPLACIÓN.

Comienza explorando la relevancia de esta sabiduría sagrada en tu propia vida y la de los demás. Luego suelta tus pensamientos y reposa en la meditación sin conceptos. Después, usa el impulso de la contemplación para despertar la compasión. Luego, vuelve a reposar la mente. Después, pide que todos los seres se liberen de las condiciones de la existencia cíclica, invocando las bendiciones de todos los seres de sabiduría para alcanzar esta aspiración.
Reposa, y finalmente, renueva tu compromiso de continuar en el camino de la iluminación para poder beneficiar incesantemente a todos los seres, y nuevamente reposa tu mente.
Al principio, pasa la mayor parte de tu tiempo en la contemplación, pensando, hasta que te canses de hacerlo. Luego, corta tus pensamientos y reposa. Cuando surjan los pensamientos -como siempre lo hacen- simplemente dirígelos hacia la siguiente fase de la contemplación. Algunos practicantes del dharma intentan meditar con inconceptualidad imperiosa para poder encontrar un respiro del constante parloteo de su mente, pero tan pronto dejan de meditar, el parloteo comienza de nuevo –un poco lo mismo que sucede cuando se oprime el botón de pausa en una grabadora para dejar de escuchar la música de un caset, para encontrarse con que al soltar el botón la misma música continúa. Sería mejor cambiar el caset de una vez.

La contemplación de los Cuatro Recordatorios cambia el caset de los pensamientos mundanos.

Las visiones internas que cosechas a través de la contemplación se expanden hacia la realización meditativa al reposar la mente. Nada se pierde porque no fijas las visiones internas en forma de palabras. Al regresar a la contemplación activa, encontrarás a tu intelecto refrescado por ese momento de relajamiento sin conceptos.

Como un ave levantando el vuelo con sus dos alas, la contemplación y la meditación juntas entrenan a la mente.

EL RENACIMIENTO HUMANO PRECIOSO

Aquí comenzamos el proceso desarrollando una perspectiva espiritual al contemplar la oportunidad preciosa de poseer un nacimiento humano completamente dotado, como herramienta básica para trabajar en el desarrollo espiritual. Nuestro cuerpo puede ser comparado con un barco, y nuestra mente con su capitán. Si los usamos bien, podremos cruzar a través de las traicioneras aguas de la existencia cíclica hasta la orilla de la verdad absoluta. El tener esta oportunidad preciosa y no utilizarla, representa un gran desperdicio –algo así como viajar a una isla llena de joyas otorgadoras de deseos, y no traerse ninguna de regreso. ¡Que gran remordimiento sentiríamos!
Este nacimiento representa la culminación de una gran virtud y la aspiración ferviente de perseguir una práctica espiritual. Ello no significa que carezca de frustración y dificultades. Debemos soportar el alumbramiento, la enfermedad, el envejecimiento, y la muerte, y, muy a menudo, no podemos obtener lo que queremos, evitar lo que no nos gusta, ni mantener lo que tenemos. Aun así, gozamos de las 18 libertades y condiciones favorables, resumidas por el termino Tibetano dal jor –adonde dal se refiere a estar libres de 8 condiciones desfavorables, y jor a gozar de 10 condiciones favorables.
Estar dotado con las 8 libertades significa estar libre de las circunstancias que hacen casi imposible conectarse con el dharma. Estas ocho libertades incluyen:

· renacer en los infiernos, como espíritu hambriento o como animal, lo cual implicaría un sufrimiento avasallador.
· renacer entre los dioses longevos, lo cual nos seduciría con placeres sensuales irresistibles (en las regiones bajas) y con estados de conciencia placenteros (en las regiones superiores).
· el renacimiento en una cultura viciosa que promueva la violencia y la maldad, nos cortaría por completo la conexión con el dharma.
· el renacer con visiones erróneas que nos ocasionen despreciar lo que es sagrado y abrazar lo que es decadente.
· renacer en un Eón en el que no se manifieste un Buda, dejándonos desprovistos de un camino espiritual.
· renacer con discapacidades físicas o mentales tan severas que no podamos escuchar o comprender las enseñanzas.



Las 10 condiciones favorables caen en 2 categorías:
La primera categoría incluye las condiciones que corresponden a nuestra situación personal:

· haber nacido como ser humano
· vivir en un lugar adonde pueda encontrarse el dharma
· gozar de todas nuestras facultades
· haberse abstenido de crímenes mayores, como lastimar a un Buda, matar a un progenitor, u ocasionar un cisma en una comunidad espiritual.
· tener confianza en la doctrina ética de Buda como fundamento de todas las cualidades positivas.

La segunda categoría incluye las condiciones que definen el contexto general en que puede darse el desarrollo espiritual:

· que haya aparecido un Buda en el mundo
· que exista enseñanza de la doctrina
· que la doctrina haya perdurado
· la oportunidad de practicar las enseñanzas
· la presencia de maestros cuya compasión y amor altruistas apoyan nuestro trabajo y tareas espirituales.

La dificultad extrema de lograr un renacimiento en la región humana, dotados totalmente de libertades y condiciones favorables, es expresada con varias metáforas.

1. El número de seres sintientes es tan vasto, que la probabilidad de obtener un renacimiento humano afortunado es igual a lanzar chícharos secos contra una pared, y que uno de ellos quede pegado.
2. Imaginemos al universo entero como a un vasto océano en cuya superficie flota un yugo de madera a merced de los vientos y las corrientes. En las profundidades de este océano nada una tortuga ciega que asciende a la superficie una vez cada siglo. La posibilidad de obtener un renacimiento humano afortunado es igual a la que tiene la tortuga de engarzar su cabeza en el yugo cuando asoma a respirar.

Los occidentales a menudo creen que uno renace una y otra vez como ser
humano, y tienden a considerar sus vidas pasadas como una serie de aventuras fascinantes más allá del alcance de la memoria. Es verdad que todos hemos tenido incontables variedades de renacimientos desde el principio sin comienzo de la existencia -reflejando cada uno nuestro karma- pero muy pocos de ellos como seres humanos.
Nuestro cuerpo representa una entidad compuesta que se desintegra en polvo al morir. La mente es insustancial, pero tiene una continuidad poderosa. Tanto su naturaleza inmutable como su tendencia kármica, continúan a través de los ciclos de muerte y renacimientos. Tan sólo necesitamos analizar los pensamientos que surgen en nuestra mente para ver que solo una fracción es del tipo que produce el karma afortunado para obtener un renacimiento humano dotado. La mayoría de nuestros pensamientos están teñidos con el apego y la aversión. Aún los venenos mentales sutiles pueden impedir un renacimiento auspicioso, pero los peores pensamientos, aquellos llenos de odio violento, pueden impulsarnos hacia un renacimiento infernal.
Patrul Rimpoché comprendió claramente la conexión sutil entre los pensamientos, el karma, y el renacimiento. Llevó una vida ascética muy simple, viajando a menudo, nunca llevando mucho consigo, escuchando las enseñanzas de muchos lamas. Algunas veces esos lamas no tenían idea de que el monje humilde que escuchaba tan intensamente sus discursos, era el renombrado escolástico Patrul Rimpoché, porque él no anunciaba su nombre ni ostentaba su rango de ser uno de los lamas más reverenciados de su generación.
Un día se detuvo en un médano. Mientras descansaba, gozando del cielo azul sobre su cabeza, y de la alfombra de flores que cubría la tierra, pensó:
“Cuán hermoso es todo esto”. En el instante siguiente agregó: “¡Que no renazca yo aquí!”. El explicaba posteriormente que el apego a toda esa belleza le hubiera conducido quizás a renacer en ese mismo lugar como un animal o un insecto puesto que no había habitantes humanos en ese lugar.
Si reflexionamos profundamente sobre lo precioso de este nacimiento humano, seremos inspirados para hacer un buen uso de su insuperable potencial para la iluminación. El darlo por hecho será la causa de un sufrimiento inconmensurable. Debemos entrenar nuestra mente durante el tiempo restante y eliminar todos los pensamientos indómitos antes de que proliferen hacia las incontables formas del samsara.


INSTRUCCIONES PARA LA CONTEMPLACIÓN

Primero, contempla la importancia de contar con un nacimiento humano precioso dotado con todas las libertades y condiciones necesarias para la práctica espiritual. ¡Cuán raro es! Y que incierto es que puedas encontrarlo de nuevo, ya que la mente puede conducirte fácilmente hacia una región no humana, o hacia un nacimiento humano con facultades incompletas. Reflexiona cuán grandes deben ser tu virtud y aspiración previas como para haber reunido las condiciones afortunadas presentes. Contempla bien esto hasta que la oportunidad excepcional otorgada por ésta vida –que no debe ser dada por hecho ni desperdiciada- se revele claramente. Luego deja que tu mente repose en un estado natural, de meditación sin conceptos.
Cuando surjan los pensamientos, dirígelos hacia la compasión. Considera a aquellos que sufren en las regiones inferiores y que poseen muy pocas posibilidades de obtener un renacimiento humano, debido a que sus densos obscurecimientos les impiden generar el mérito necesario. Piensa en aquellos que poseen un cuerpo humano y que no están dotados con las condiciones conducentes al desarrollo espiritual. Reflexiona sobre aquellos que obtuvieron un nacimiento humano pero lo despilfarran en actividades mundanas o destruyen su oportunidad perjudicando a otros. Recuerda que, aún para los practicantes, la tenencia de esta vida permanece tan incierta como la llama de una vela frente al viento.
Cuando la contemplación conduzca al deseo profundamente asentado de
que todos los seres logren liberarse de circunstancias espiritualmente empobrecidas, relaja tu mente.
Cuando surjan los pensamientos, implora al lama –como personificación de todos los Budas y Bodisatvas de las diez direcciones- que esta joya otorgadora de deseos que es el nacimiento humano, no sea arrojada irremediablemente al océano del samsara, sino que pueda ser usada para acumular mérito y obtener el reconocimiento de la verdadera naturaleza de la mente.





Pide que todos los que sufren en regiones inferiores puedan obtener un renacimiento humano, y que todos los humanos no dotados de condiciones espirituales puedan lograrlas, que los que son suficientemente afortunados sean dotados con las condiciones espirituales que satisfagan sus más elevadas aspiraciones. Ora para obtener el poder de ayudarlos. Luego sólo reposa.

Finalmente, al surgir los pensamientos nuevamente, dirígelos hacia el compromiso. Piensa así: “en mis vidas pasadas he tenido innumerables cuerpos, y los he alimentado, cuidado y defendido. Si todos esos cadáveres fueran apilados, formarían una montaña tan alta como el Monte Meru. La sangre que corrió por esas venas, y las lágrimas de frustración que derramaron formarían juntas un gran océano. Pero en todas esas vidas fallé en lograr la iluminación. Ahora, a través de la acumulación de todo mi mérito, he logrado este renacimiento extraordinario. Haré buen uso de éste, para beneficio de todos los seres sintientes.” Después, reposa la mente en una meditación serena.

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