martes, 29 de abril de 2008

MEDITACION - SHINÉ

Introducción.

Los seres humanos estamos afligidos por el sufrimiento, la ansiedad, la insatisfacción, y numerosos temores, los cuales estamos incapacitados de evitar. La función o el propósito de la meditación, es poder eliminar todo esto.

Tendemos a pensar que la felicidad y el sufrimiento provienen de circunstancias externas. Estamos preocupados constantemente en reorganizar el mundo de una u otra manera, intentamos liberarnos de un poquito de sufrimiento por aquí, y acumular un poquito de felicidad por allá, sin obtener nunca el resultado deseado.

Desde el punto de vista del Budadarma y también de la meditación, la felicidad y el FIS (Frustración, Insatisfacción, Sufrimiento) no dependen fundamentalmente de las circunstancias externas, sino de la mente misma. Una actitud mental positiva engendra felicidad; una actitud mental negativa produce FIS.

¿Como podemos entender este error de percepción que nos hace buscar afuera aquello que solo podemos encontrar adentro? Una persona con el rostro limpio que se mira en el espejo no puede sino ver un rostro limpio reflejado ahí. Por otra parte, una persona con el rostro sucio solo puede ver reflejada una cara sucia en ese espejo. El reflejo del espejo no tiene existencia real, desde su propio lado; solo existe el rostro reflejado. Olvidamos la cara y tomamos su reflejo como real y verdadero.

La naturaleza positiva o negativa de la mente se refleja en las apariencias externas que nos rodean, las que a su vez nos reflejan nuestra propia imagen. Esta manifestación externa es un eco de la calidad de nuestro mundo interior. La felicidad que anhelamos nunca vendrá de reestructurar el mundo que nos rodea, sino de reformar el mundo interior.

El sufrimiento indeseado cesará si, y solo si, dejamos de entintar nuestra mente con negatividad. Mientras no reconozcamos que tanto la felicidad como el sufrimiento tienen su fuente en nuestra propia mente, y no sepamos como distinguir entre aquello que es nocivo y aquello que es útil a nuestra mente, seguiremos sin establecer un estado de felicidad genuina; seguiremos incapaces de evitar la continua reaparición del FIS. Sin importar nuestras esperanzas, nos decepcionaremos siempre.

Si descubrimos que en el reflejo del espejo que nuestra cara está sucia y tratamos de limpiar el espejo, podremos tallarlo durante años sin producir ninguna diferencia.

Ni la más pequeña partícula de mugre desaparecerá del reflejo. Toda vez que nuestros esfuerzos no están dirigidos al objeto correcto, serán absolutamente vanos. Este es uno de los principios fundamentales del Budadarma y de la meditación: la comprensión de que la felicidad y el sufrimiento no dependen del mundo externo sino de nuestra propia mente. Sin entender esto, nunca miraremos hacia adentro, y continuaremos enfocando inútilmente nuestra energía y esperanzas en búsquedas externas. Pero al entenderlo, podremos lavarnos la cara, y entonces el reflejo aparecerá limpio en el espejo.

CONDICIONES UTILES PARA LA MEDITACION.

La meditación concierne a la mente. No obstante, una meditación efectiva requiere la presencia de algunas condiciones útiles sin las cuales nuestros esfuerzos serán infructuosos.

Primero: habiendo entendido que la felicidad y el sufrimiento dependen esencialmente de nuestra mente, debemos generar una aspiración intensa para meditar, y sentir gozo ante este prospecto.

Segundo: es necesaria la guía de un instructor para indicarnos como meditar. Si decidiéramos aventurarnos por una región desconocida y sin cartografiar y no contamos con la ayuda de un guía, podríamos no arribar nunca a nuestro destino. Dejado al azar, podríamos perdernos o tomar desviaciones. De manera similar, sin un maestro para guiar nuestra meditación solamente nos perderíamos en las encrucijadas.

Tercero: el lugar para meditar es importante, en particular para los principiantes. Las circunstancias en las que actualmente vivimos ejercen una influencia limitante sobre nosotros incitando una gran profusión de pensamientos discursivos paralizando así nuestros intentos para meditar. Es por eso que es necesario retirarse a un lugar razonablemente libre de distracciones y actividades mundanas. Una animal salvaje de la montaña no puede resistir la agitación de la ciudad; de la misma suerte nuestra mente no puede desarrollarse en condiciones adonde reinan distracciones continuas y tentaciones externas.

COMO MEDITAR

Una vez en un lugar aislado, podemos liberar al cuerpo de su actividad externa, liberar la mente de los pensamientos sobre el pasado y el futuro, y liberar a nuestra palabra de la conversación profana.

Nuestro cuerpo, palabra y mente pueden ahora reposar en un estado de relajación natural.

La postura del cuerpo es importante ya que está recorrido por una intrincada red de canales sutiles de energía llamados nadis por los cuales circula el prana. La producción de pensamientos está íntimamente ligada a la circulación de estos vientos. La agitación del cuerpo ocasiona la agitación de los canales y de los vientos que en ellos circulan, lo que a su vez induce una turbulencia mental.

La actividad de la palabra o comunicación, la articulación de sonidos, depende también de la actividad de los vientos. Hablar demasiado los perturba y aumenta la producción de pensamientos, mientras que si permanece silenciosa coadyuva a la meditación.

De esta forma, la tranquilidad de la palabra crea las condiciones propicias para la tranquilidad interior al evitar la producción de excesiva de pensamientos. Al igual que un jinete se siente a gusto cuando lleva bien las riendas de su montura, la mente se relajará cuando el cuerpo y la comunicación se encuentren bajo control.

Existen algunas nociones falsas sobre la meditación. Para algunos, la meditación es revisión y análisis de los eventos cotidianos o de los días, meses o años pasados. Para otros, la meditación significa ponderación del futuro, planificar con antelación y proyectar escenarios de vida a corto o largo plazo. Ambos enfoques son erróneos. La producción de pensamientos acerca del pasado o el futuro es en sí mismo contradictorio con la calma y el sosiego mental aunque el cuerpo y la comunicación permanezcan inactivos. Si una práctica o ejercicio cualquiera no conduce a la paz interior, entonces no es meditación.

Aquellos que no persiguen el pasado ni el futuro pueden llegar a asentarse en un estado de vaguedad y letargo cercano al sopor que induce una gran fatiga. La mente mora en una indeterminación oscura que puede parecer positiva porque la mente se mira contenta y relajada. Sin embargo, carece de toda lucidez y esto puede incitar el sopor y el letargo que a menudo son contrarrestados con un flujo incontrolable de pensamientos.

La verdadera meditación evita ambos extremos erróneos. La mente ni se preocupa con el pasado ni pondera el futuro, sino que se encuentra en el presente en un estado de calma y lucidez. Nuestra mente puede compararse con el océano. Durante la noche solo lo percibimos como una masa oscura e indefinida. Pero de día podemos percibir con claridad hasta el más ínfimo detalle del color, las ondas, las rocas, la espuma y la profundidad. Ulteriormente, deberíamos ser tan claramente conscientes de nuestra situación interior como lo somos del mar durante un día soleado. Si a la mente se le permite relajarse, lo mismo que al oleaje, la agitación cesa y la mente se aquieta. Esta es la quietud interior, o punto mental de quietud, o en tibetano, Shiné.

El Shiné se desarrolla por varios métodos. Por ejemplo, un principiante puede visualizar una esferita de luz blanca a nivel del entrecejo y concentrarse en ella en la medida de sus mejores capacidades. También puede uno concentrarse en la recolección del respirar, manteniéndose atento a la inhalación y exhalación, o solo reposar la mente en un estado libre de distracción sin tomar ningún objeto en particular como foco de la concentración. El emplear cualquiera de estos tres métodos ayudará para aprender a meditar, y se resumen enseguida.

· Concentración en una esferita de luz en el entrecejo
· La atención a la respiración o recolección del respirar
· Reposo sin distracción y sin objeto de concentración

Además es siempre es importante aproximarse a la meditación con una mente espaciosa y abierta, sin fijaciones ni expectativas sobre si la meditación resultará buena o con temores de que podrá resultar mala. La mente deberá estar relajada y libre, y ser muy vasta. El meditador deberá estar libre de los obstáculos de la esperanza de obtener una buena meditación o de los temores de experimentar una mala.

Algunas veces, experimentamos durante la meditación estados de paz y felicidad. Nos sentimos satisfechos y nos regocijamos de haber tenido una buena meditación. Pero otras veces nuestra mente está perturbada con muchos pensamientos durante la sesión y tristemente nos juzgamos a nosotros mismos como a malos meditadores. Regocijarse en una buena meditación y apegarse a las experiencias placenteras lo mismo que entristecerse por una mala sesión y generar aversión al evento, son ambas actitudes inapropiadas. Si la meditación es buena o mala, eso no importa. Lo único importante es, simplemente, meditar.

En los estadios tempranos de la meditación algunos principiantes pueden tener experiencias gratas a las cuales se apegan esperando además que se repitan. Cuando esto no sucede, se decepcionan y hasta abandonan la meditación. En una travesía larga uno viaja a veces en caminos buenos, a veces en caminos malos. Si nos detenemos constantemente a deleitarnos con el encanto de las partes agradables de la travesía, o si las partes difíciles de los caminos malos nos incitan a abandonar la travesía, entonces no llegaremos nunca a nuestro destino. Sin importar si los caminos son buenos o malos, nosotros debemos perseverar sin preocuparnos por las dificultades ni aferrarnos a los momentos placenteros.

Es por esto que los principiantes deberán limitarse a sesiones cortas de 5,10 o hasta 15 minutos. Y aún si la meditación va marchando de maravilla, suspenderla. Y luego, si nos queda más tiempo, tener una segunda sesión después de una pausa. Es mejor proceder a realizar varias sesiones cortas que embarcarse en una muy larga. Aunque una sesión larga comience muy bien, el meditador novicio corre el riesgo de caer en dificultades o de extenuarse.

LOS FRUTOS DE LA MEDITACION.

Al comienzo nuestra mente no es capaz de permanecer estable y reposada por mucho tiempo. Sin embargo, con consistencia y perseverancia, gradualmente se desarrollarán la calma y la estabilidad. Sentiremos también una sensación de mayor sosiego físico y emocional. Adicionalmente, la fortaleza de las circunstancias externas tanto afortunadas como desafortunadas –que inicialmente son muy poderosas-, irá disminuyendo al irnos des-esclavizando de ellas. Al ir profundizando nuestra experiencia de la verdadera naturaleza de la mente, esa influencia externa disminuirá y nosotros nos fortaleceremos.

Pero el fruto final es la obtención del Perfecto Despertar o Budeidad. En este punto no solo nos liberaremos de las circunstancias externas sino del samsara o existencia condicionada y de todo el sufrimiento que genera. Y al mismo tiempo tendremos la capacidad efectiva de ayudar a otros.

El camino de la meditación se divide en dos etapas. La primera es conocida como Shiné (quietud o sosiego mental o Shamatta) en la que gradualmente aquietamos nuestra agitación interior. La segunda es llamada Lhatong (visión superior o Vipassana) que conduce a eliminar el apego al “yo” que es el origen del ciclo de la existencia condicionada.

Solo el camino interior conduce al Despertar. No existe sustancia o invento externo que tenga ese poder.


CONCLUSIONES.

Involucrarse en el camino de la meditación demanda que uno conozca su meta o aspiración, los métodos a utilizar, y los resultados a obtener:

· Reconocer que la fuente de toda felicidad y sufrimiento es la mente misma; en consecuencia, solo el entrenamiento de la mente nos permite eliminar el sufrimiento y establecer una felicidad genuina y duradera.

· Conocer las condiciones de apoyo necesarias: la aspiración o deseo por meditar, contar con un instructor calificado, y acceso a un lugar tranquilo.

· Saber como establecer la mente en meditación: sin perseguir pensamientos del pasado o futuro, manteniendo la mente en el presente en un estado de apertura, lúcida y relajada, mientras que reposa en el objeto de concentración.

· Conocer los frutos provisionales y ulteriores de la meditación: serenidad, libertad de las circunstancias y finalmente, el Despertar o la Budeidad.